LA MUÑECA
Valencia ( España ) . En la Ciudad del Artista Fallero los artesanos preparan sus monumentos de cartón-piedra que, durante una semana del mes de Marzo, ocuparán todas las plazas, plazoletas y bocacalles, tanto de la propia Capital como las de los pueblos aledaños. Son las Fallas, una tradición antiquísima que tiene sus raices en los cultos paganos al inicio de la Primavera, así como al fuego purificador de todos los vicios y pecados de los mortales. En los tiempos modernos tal culto se convirtió en unas hogueras que preparaban los artesanos ( una vez al año ) para quemar todos sus trastos viejos. Luego , a no se sabe quién, se le ocurrió poner unas figuras ( que consistían en ropas viejas rellenas de paja o de otros materiales ) con unos cartelitos en los que se criticaba al usurero de la calle, al cornudo de turno, a los concejales o a quién se destacase por alguna cosa mínimamente criticable. Esa costumbre derivó finalmente en que unos artistas se especializaron en preparar dichos monumentos junto con los muñecos ( a los que denominaron "ninots" ), perfeccionados de tal forma a través de los años que, actualmente, son verdaderas maravillas que, en algunos casos, pueden alcanzar la altura de más de 20 metros, y los muñecos una perfección casi humana. Estos monumentos junto con los muñecos son quemados la noche del 19 de Marzo ( festividad de San José, Patrón de las Fallas ), sin excepciones de ninguna clase. Solamente se "indulta" cada año al muñeco más perfecto, que queda en un museo para disfrute de propios y extraños.
Nuestra historia comienza en el taller de uno de esos artistas falleros, gente humilde que deben reunir varias condiciones para ejercer su oficio : deben ser escultores, dibujantes, pintores y hasta literatos ; pero sobre todo deben ser sensibles e ingeniosos.
Pepet tenía veintitantos años. Soltero y dedicado a su trabajo de artista fallero en cuerpo y alma. Había heredado el taller de su padre, éste de su abuelo y así podríamos remontarnos hasta principios del siglo 20. Trabajaba prácticamente sólo pues su economía no daba para muchos dispendios. Cuando no tenía más remedio, contrataba por horas a algún artista con menos suerte que él, y salía del paso. El no podía optar a hacer fallas de presupuesto muy alto ( que pueden llegar a ser carísimas ), y se conformaba con volcar su arte en fallitas de barrios humildes. De todas formas, Pepet, trabajaba con ilusión y entusiasmo, con verdadera vocación, y su vida transcurría feliz. Hasta que un año se le metió entre ceja y ceja que tenía que crear su obra maestra. Y se puso manos a la obra.
Con fotografías de aquí y de allá, y con el alma puesta en la cara de una muchacha de la que había estado enamorado ( casada luego con otro con más poder adquisitivo ) comenzó a dibujar un rostro perfecto con una figura espectacular. Después modeló la muñeca con arcilla, en tamaño natural. Posteriormente sacó el molde con escayola y , cuando se secó, se puso definitivamente manos a la obra.
Untó primero el molde con jabón ( para que luego se despegase fácilmente ) y comenzó a colocar capas y más capas de un papel grueso embadurnado con una cola especial dentro del molde. Cuando la capa era de varios milímetros, dejó que se secase durante muchos días. Luego , despegó las dos medias figuras de cada molde y las unió hasta convertirlas en una sola muñeca. Y ahí comenzó su calvario. Conforme iba perfeccionando la muñeca, tras darle varias capas de pintura especial ( llamada "panet" ) , tras lijarla y volverla a lijar, la figura quedó perfecta , con una lisura cuyo tacto parecía piedra. Finalmente, la fue pintando por etapas, dándole en una el color de la carne humana, con sus tonalidades, su textura. En el rostro ocupó dos semanas, pero al final consiguió que los ojos lo mirasen, la boca le sonriese, los labios brillasen con la humedad y pálpito de una hembra en celo. Los pezones le producían una erección cada vez que pasaba el pincel por ellos. El pubis brotó con sus vellos rizosos y negrísimos tras varias sesiones de masturbación. Al final se enamoró locamente de la muñeca.
Y comía con ella, dormía con ella, vivía con ella. Finalmente, loco de atar, reprodujo en su zona vaginal un pequeño orificio por el que metió una funda de látex, y se dispuso a consumar su matrimonio.
Durante varios días ni comió ni bebió. Para él solo existía Ella, su Muñeca, su Amor. La penetraba sin descanso, eyaculando dentro de ella una y otra vez. Besando sus labios tersos y frios. Acariciando sus voluptuosos senos de cartón piedra. Un día , a mediados de marzo, lo encontraron desmayado, junto a la muñeca, los falleros que se la habían encargado.
Pepet despertó del coma el día de San José, casi a media noche. . Las tracas, los fuegos de artificio, la música le avisaron que era la "nit de la cremá", la noche en que se quemaban todas las fallas de Valencia. Medio desnudo saltó de la cama del Hospital. Con el ingenio que da la locura se pudo escabullir y correr hasta el pequeño barrio de la Ciudad donde estaría ubicada su falla
Los falleros reían y lloraban. Reian porque se había conseguido consumar la Fiesta un año más. Lloraban porque el fuego ya estaba consumiendo todo un año de desvelos. Nadie se fijó en una figura que, lanzando un grito agónico, se abalanzó contra la Muñeca que ya estaba rodeada por las llamas, como una Juana de Arco de cera y cartón . Nadie reconoció a Pepet, el artesano fallero que, abrazado a la figura, llorando junto a su oido, le musitaba : mi Niña, mi Amor, mi Muñeca.
Al día siguiente barrieron las cenizas de la Falla. Nadie distinguió que no había un cuerpo sino dos. Pero Pepet ya era feliz para siempre.