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Locura (9 - Capítulo Final)

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LOCURA ( 9 ) – CAPITULO FINAL

A Leo.

 

El discreto coche negro frenó junto a la casa. Bajó un anciano de porte erguido, orgulloso, apoyado en un bastón con puño de plata. En la puerta del chalet, apareció una mujer de mirada seria. Sin apenas saludarse, ambos entraron en la vivienda. El Marqués de Valenzuela ordenó al conductor que esperase dentro del coche, luego , cerró tras de sí.

Acomodados bajo la higuera, tomaron un vaso de agua fria . El Marqués , con un gesto, pidió permiso a la mujer para mirar las fotos desparramadas sobre la mesa. La mujer asintió. El hombre las fue mirando una a una. Suspiró hondo al coger la de Vladimir. Catalina apretó los finos labios, sin decir palabra. El Marqués hizo un gesto, como de intentar besar la foto. Se contuvo a tiempo. La dejó sobre la mesa. Cogió una medio rota. Sabía que era de su hermana Rosaura, con los gemelos de Adolfo y Marga. Preguntó :

¿ Donde están ahora ¿.

En el Sanatorio. Donde siempre. Los llevé en cuanto terminaron con su padre, en Córdoba.

Hiciste muy buen trabajo con ellos.

Sí. Cuando tu hermana me contrató de institutriz, con plenos poderes para educarlos y decidir por ellos, no sabía quién era yo. Dejó en mis manos una de las armas que usaría para vengarme de ella y de toda su familia. ¡ No sabía con quién se jugaba los cuartos cuando mató con sus propias manos a mi Vladimir ,nuestro Vladimir! ( rectificó mirando profundamente a los ojos del Marqués ).

Siempre bajo mi consejo.

Dices bien. Tú la convenciste para que me los confiase, de acuerdo con el pacto que firmamos tú y yo .

Sí. La muerte de Vladimir debía ser vengada. Cuando fuese. La forma : la misma que había utilizado ella. Costase lo que costase. Había que borrar la semilla de mi hermana de la faz de la tierra.

Me diste los medios necesarios , económicos y morales, para que llevase a cabo el plan. Moldee a los niños a mi antojo, a nuestro antojo, hasta conseguir transformarlos en robots asesinos que cumpliesen mi voluntad al oir el chasquido de mis dedos. ¡ Cuánto disfruté al verlos experimentar con los cadáveres, en el cementerio del pueblo, con el cuidador suficientemente alejado, previo pago.! ¡ Aún puedo verlos, a los cinco, con sus manitas ensangrentadas, esperando mi aprobación, siguiendo mis instrucciones al pie de la letra, clavando alfileres en el punto exacto, estirando de las pieles, una y otra vez, hasta que salían como un traje entero, con los mínimos cortes posibles ¡.

Por cierto . ¿ donde las tienes ¿.

Las estoy curtiendo, en el sótano. Quiero rellenarlas de guata y distribuirlas, como estatuas de cera, en el piso de arriba. Para entretenerme , viéndolas, en las frías noches del crudo invierno.

¿ Llegaron a tener sexo, Hansel y Grettel, con el Cardenal, su padre. ¿

No se los pregunté. Ya sabes que tienen dificultades para hablar, por lo del retraso mental debido a la consanguineidad. Pero no me extrañaría. Son unos viciosillos. ¡ Y son tan hermosos ¡. Yo los acompañé hasta Córdoba, el día 18 de Abril, y los ayudé a vestirse. Con las pelucas cortas, morenas, con su tez tan blanca, no se diferenciaba quién era el chico y quién la chica. Me había puesto en contacto con el mediador que le conseguía la carne al Cardenal. No fue difícil untarle con el dinero que me enviaste, y aceptó el cambiazo de las niñas que tenía preparadas por las que llevaba yo. Apenas salieron, con la piel de su padre metida en una bolsa de deporte, salimos zumbando en mi coche hacia acá.

El Marqués sigue mirando fotos. En una de ellas está la propia Catalina, con un joven y guapo policía y dos niños negros. Componen una estampa familiar algo atípica.

¿ Donde están ahora tus nietos ¿.- pregunta el Marqués, mostrando la foto.

La chica, Pandora, estuvo en Alicante, como ya sabes, vigilando a Marga, controlándola como chica de la limpieza, hasta pocos dias después de su muerte. Marga estaba un poco desequilibrada – ya lo sabías – con tanto animal todo el día. No quería que hiciese una tontería hasta que decidiésemos la ejecución del plan. Viajó a León el 18 de Marzo, para estar el 19 y traer la piel del Canónigo. Por cierto que, cuando enterraron el cuerpo, Grettel apareció en el cementerio ( no sé como llegaría ) y orinó en la tumba de su tío. Ya sabes que estaba muy enamorada de él, desde que lo vió aquél verano, cuando fuimos a tu casa en Asturias e hicimos escala en León. Creo que la ayudaría su hermano Hansel. Las dos criaturitas tienen momentos de lucidez, muy de tarde en tarde. Hansel ayudó a mi nieto a camelar al Diputado, el 17 de Abril, con ropa de chaperito adolescente. Cuando Hansel lo llevó al sitio adecuado, mi nieto se hizo cargo del bujarrón. El tiparraco era el que había ayudado a Rosaura, en su tiempo, a matar a Vladimir. Antes de matar al Diputado, mi nieto lo empaló con la pata de una silla.

¿ De tu segunda nuera, sabes algo ¿.

Volvió a Senegal, con su familia. Cuando conoció a mi hijo, recién enviudado, ella era muy joven. Había podido llegar a España no se cómo. Nunca se lo pregunté, ni ella me lo dijo. Era muy reservada. Fue ella quien me habló de la forma de usar un largo alfiler para dejar inerme a alguien, aunque vivo y con todos sus sentidos funcionando. Según parece, lo usan en su tribu para inmovilizar las reses, manteniéndolas con vida durante largo tiempo, mientras se van comiendo partes de su cuerpo , poco a poco. Así se evitan el problema de conservación de la carne. Y parece que está mucho más jugosa.

¿ Tu hijo llegó a sospechar de nuestro plan ¿.

No creo. Yo , nunca le dije nada. Era tan buenazo como su padre, y no lo habría consentido. De todas formas, al morir tan pronto , en acto de servicio, me dejó las manos libres para criar a sus tres hijos como me dio la gana… y poner en marcha nuestra venganza.

***

 

En el hospital, el Inspector Ramirez se recupera de la lipotimia sufrida en la Comisaría. Entran Pedrito y la Rusa. El lleva una gran caja de bombones. Ella un ramo de flores, algo chuchurrías. Sobre la mesita de noche, hay un fax que le entregaron al Inspector hace unas horas. El policía mira, por última vez, el abultado paquete de la bragueta de su subordinado, como diciéndole adios. Luego, levanta la mirada y lo mira fijamente. La pregunta se oye rasposa, en su garganta reseca.

Pedrito ¿ Donde estuvo la noche del 19 de Marzo pasado ¿.

Cambia el gesto de la cara del hermoso joven. Ahora sus facciones están más serenas, menos aniñadas. Un brillo extraño aparece en su mirada.

Bueno. Ya se enteró. Antes o después tenía que pasar.

Estuvo en Alicante ¿ Verdad ¿. La matrícula de su coche ha sido reconocida por las Hermanas Cotorrinez. Me lo acaban de de comunicar por fax. Usted asesinó a Marga. Y su hermana Pandora al Canónigo.

Si señor. Para qué negarlo. Y también maté al Diputado. Y a la Condesa de Cabra, junto a mi hermana, después de que la vieja se follara a dos chavales gigolós. Apenas se habían ido ellos, cuando la emprendimos nosotros. Nos la tiramos a conciencia. Yo con lo mío. Mi hermana con un consolador. Cuando lloraba pidiendo clemencia, le dijimos quienes éramos, y a lo que íbamos. Y por qué lo hacíamos. Nos regodeamos en su dolor físico – que no moral, pues no tenía moral – y, mientras agonizaba, nos orinamos en su cara y en su boca, mientras uno de nosotros comenzaba a despellejarla por abajo…

El Inspector trata de asimilar tanta información . Se le escapan algunas cosas. El, todavía no entiende el porqué de los asesinatos. Y algo no le cuadra. Pedrito se compadece de él y le habla de los gemelos de ojos violeta, y de la muerte del Cardenal. Ahora ata la cosa un poco más. Aunque aún quedan flecos: le sobran cadáveres … o le faltan asesinos.

Confiando en la profesionalidad de la Rusa, el Inspector le hace muecas, aprovechando que Pedrito mira por la ventana, perdido en sus pensamientos. Satisfecho, Ramírez, observa como la Sargento se da la vuelta hacia la pared, rebuscando en su bolso. El, a su vez, intenta – disimuladamente – llegar también hasta su pistola, que sabe está guardada en el cajón de la mesita de noche. Su gesto queda congelado cuando la Rusa se dá la vuelta. No lleva nada en la mano. La mira a los ojos, y queda petrificado.

Los ojos violetas que lo están mirando, tienen el mismo desprecio que vió en la mujer rubia de Alicante. ¡ Es la misma ¡. ¡ La Rusa es la que se dio el lote con la negra, en casa de la asesinada Marga ¡.

Sí , Inspector – la voz de la Rusa , ya no tiene la misma entonación dulce y sensual de su Rusa. Ahora es fría. Metálica. Es la voz de una persona capaz de hacer cualquier barbaridad.- Yo soy el eslabón que le falta. El más fundamental. El más trabajado por mi abuela Catalina, viuda de Valentín Yukov. Yo comencé a rodar la bola de nieve. Comencé asesinando a mi prima Justina, la putilla. Lo hice vestida de chico, con un pene de látex abultando mi bragueta. Y , luego, maté a Dany, el chapero y gigoló. Tras habérmelo follado a conciencia en su cuartucho. Vestida de señoritinga, con mis lentillas violetas. No podían vivir, eran nietos de Rosaura, la asesina, la criminal. Desde muy chiquitines, los cinco, rezábamos pidiendo , clamando por nuestra venganza. Por la venganza de mi abuela. Nuestra diosa. La que nos educó. Nos crió. Nos guió. Nos enseñó a todo cuanto sabemos. Hansel y Grettel ( ¡ pobrecitos, medio bobos ¡ ), mis hermanastros Pedrito y Pandora. Y yo. Sabemos que todo esto es una locura. Una horrenda locura que comenzó la cruel Rosaura. La que no quería tener junto a sí a su amor Vladimir; pero tampoco quería que lo disfrutase otra.

Ramirez sigue mirando, absorto , el rostro – tan cambiado – de la Rusa. Mirando esos labios que tanto placer le han dado, y que ahora no reconoce, barbotando esas horribles palabras. No se dá cuenta de que Pedrito se acerca, hasta que nota un pinchazo en el cogote. Luego, la oscuridad.

***

 

El Inspector está navegando entre tinieblas. A lo lejos, se percibe una luz. Camina hacia ella. Conforme se acerca, nota un intenso placer en el bajo vientre. Se alegra de que en el "más allá" se tengan sensaciones de "más acá". Abre los ojos. Está desnudo sobre una cama del hospital. Una enfermera vieja, le hace una fellatio, tragándose hasta los testículos del policía. Sobre la mesita de noche, reposa una boca postiza, a todas luces propiedad de la enfermera. El Inspector se corre sin remedio. Ella, traga glotona. Se limpia con el dorso de la mano y se pone la boca, sonriendo con toda la dentadura a su galán.

¡ Hombre ¡ ¡ Ya lo tenemos de vuelta ¡.

¡ Señora ¡ ¡ Me la ha mamado ¡.

¡ Y , bien rica que la echa, Inspector ¡. ¿ Se le ofrece algo más ¿.

No , gracias.

Por cierto, en el cajón de la mesita tiene una carta para usted.

Ramírez coge un sobre y lo abre. Es una carta de la Rusa.

"Inspector : no nos busque, porque no nos encontrará. Estará dormido una semana. Lo tenemos todo controlado. Cuando despierte, no hallará rastro de todos nosotros. Solo le quedarán Hansel y Grettel, en su Sanatorio. Si quiere, los puede usar como cabeza de turco. En casa de mi abuela encontrará el cadáver del Marqués de Valenzuela, que se suicidó ayudado por la enamorada de su amor. Mi abuela, nosotros y las pieles, estamos en rumbo desconocido, ayudados por la fortuna del Marqués de Valenzuela y de la Condesa de Cabra ( él era su heredero , los gemelos no existen a efectos legales ). El Marqués tuvo a bien hacer efectiva toda su fortuna y enviarla a una cuenta a Suiza, de la que somos titulares. Nunca nos encontrará.

P.D. : Que le den, Inspector.

Catalina, la Rusa.

 

 

FIN

 

Carletto.

Nota del Autor : Si me hice algún lio , con tanta trama, ruego me perdonen los lectores. Espero que hayan disfrutado de esta humilde Serie.

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