MAMORIAS DE UNA PUTILLA ARRASTRADA .- CAPÍTULO PRIMERO
Lo diré una sola vez, así que abrid bien las orejas : soy puta ; pero en mi puñetera vida he tenido un solo orgasmo.
Hurgando en mi memoria, lo más lejos que llego en mis recuerdos es a verme metida dentro de una conejera, con otros dos niños . Si , habéis oido bien : una conejera .Para los que no seáis de pueblo, os aclararé que una conejera es una especie de jaula fabricada con madera y tela metálica, donde se ponía una pareja de conejos ( generalmente de distinto sexo ) para que copulasen frenéticamente, con el fín de que la hembra pariese camadas y camadas de gazapillos. Bueno, pues, aclarado esto, sigo con la historia.
Decía que , dentro de una conejera, nos agazapábamos mi amiga Rosa ( La Relamida) , y mi amigo Jenaro ( más tarde renombrado como " La Maricuela" ), y una servidora, Angustias López . Ninguno de los tres naturalmente- sabíamos , nada de nada, sobre cosas de sexo. Aunque, la verdad, curiosidad, lo que se dice curiosidad, sí que teníamos.
Para matar el tiempo, metidos dentro de la conejera, nos enseñábamos mutuamente los respectivos aparatos reproductores. Siempre siguiendo la iniciativa precoz de La Relamida, que tenía un sexto sentido para las cosas del culo.
Como estábamos en cuclillas ( forzosamente, pues el cubículo no daba para más ), nos venía de perlas para apartando hacia un lado bragas o shorts, respectivamente mostrar a los otros dos lo que, cada uno, teníamos entre las piernas. Recuerdo que , desde la primera vez, tanto La Relamida como yo, le pillamos una envidia cochina a Jenaro ( por eso de la pilililla ,sin imaginar , siquiera, que él nos envidiaba más a nosotras por no tenerla.
Mi madre , de la familia de Las Guapas, había muerto nada más parirme. Así que , teniendo en cuenta que mi padre ( que era el Juez del pueblo ) no tenía tiempo ni ganas de atenderme, puedo decir que, yo, me críe sin padre, ni madre, ni perrito que me ladrase. Detrás de un ama de cría tuve otra. Y otra. Y otra. Hasta que , cumplidos los seis años , vinieron a la vecindad, la familia de Los Morenos. Esta familia estaba compuesta por un matrimonio ya mayorote con dos hijos gemelos : Ricardo y Ricarda. Sí, ya se que no se calentaron mucho la cabeza para variar una miaja . Debía ser que , como se parecían tanto, no querían diferenciarlos ni en el nombre.
La Tía Morena ( nunca llegué a saber como se llamaba realmente ) , se las arregló para que mi padre la contratase para atender nuestra casa a tiempo parcial, y de paso me " echase una mirada " a mí. Las miradas eran bastante ligeras, pues quitando el rato de la escuela el resto del tiempo me lo pasaba callejeando, o metida dentro de la conejera.
Hasta que , cierto día , la mirada me la echaron sus hijos.
Mi padre, como siempre, estaba con sus cosas. No sé si levantando un cadáver, o echándole un huesco a una pelandusca . El caso es que me dejó con la Tía Morena. La buena señora que también tenía sus planes se fue a la Ciudad, a ver a una prima o no sé que coño de excusa por el estilo. En definitiva : que me dejó con sus hijos. Y, además, lloviendo a mares, con lo que no podía asomarme ni a la puerta de la calle.
Recuerdo que, al principio, me daba la sensación de que no habían notado ni mi presencia. Yo , los miraba muy modosa desde un rincón de su cocina, cagada de miedo por los truenos del exterior. Y me maravillaba de lo guapos que eran los dos. Hacían honor a su nombre : morenos casi agitanados, de ojos inmensos, verdes y gatunos. Rondarían los diecisiete años y eran la cosa más hermosa que haya parido madre. Se parecían como dos gotas de agua ; pero ella tenía el glorioso cuerpo de una gitana de Julio Romero de Torres , y él era un Adonis encarnado en un hijo de puta de los de toma pan y moja. Sí. Porque los dos, además de guapos, eran los locos más cabrones que han puesto sobre la capa de la Tierra. Me jodieron bien jodida. De por vida.
Carletto