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Locura (6)

en Grandes Series

LOCURA (6)

Doña Catalina Fernández, viuda de Vladimir Yukov, se mece suavemente bajo la higuera de su jardín. El aroma de los higos la envuelve . Junto a ella, un gato persa se despereza, afilando sus garras sobre el tronco del árbol. Ella , se cala unas gafas redondas, de fino alambre dorado, cogiendo una foto del montón que tiene en una caja de galletas , metálica. La primera de ellas pertenece a un joven guapísimo, de lacio cabello rubio , de rasgos marcadamente eslavos. Suspira la anciana, pasando un dedo por el rostro amado. Su Vladimir. ¡ Qué bueno era ¡. ¡ Qué crueles fueron con él ¡…

Coge otra foto de la caja. Son una pareja joven. El está de pie , vestido de policía nacional. Muy guapo, pero más moreno que su padre. La mujer, sentada , acuna en sus brazos un montón de sedas y blondas, de las que sobresale una rubia cabecita. Detrás, con letra clara, una breve reseña : Valentín Yukov ( el Yukov está tachado con una línea y, a continuación pone : Fernández ). La foto es del día en que su hijo Valentín, cambió su apellido ruso por uno español. El de soltera de su madre. Para no tener problemas en su ingreso en la Policía.

En la tercera foto esta ELLA. La odiada Rosaura. Alguien clavó unas tijeras en los ojos de la fotografiada, por lo que el rostro es irreconocible. La foto está tomada en la puerta de un caserío. La aristócrata , da las manos a dos niñitos de cabello rubio y sedoso.La foto, es en blanco y negro. Si hubiese sido en color, destacarían los ojos violetas de ambos gemelos. Por la parte de atrás, con letra infantil, una dedicatoria : " Para la Nana Catalina".

La anciana sonríe mefistofélicamente. ¡ Mis niñitos ¡. ¡ Las vivorillas que me encomendaron sin saber quién era yo ¡.

***

El Inspector Ramirez espera ser recibido en el lujoso apartamento de la Viuda de Don Daniel de la Osa y Puentecastro, Diputado en Cortes. Lleva esperando un buen rato. El joven mayordomo que lo atendió al entrar, desapareció con su tarjeta en una bandeja de plata, y nunca más se supo. Al fín, se abre una de las puertas y aparece el joven semental. De un rápido y entendido vistazo, el Inspector se percata que la bragueta del uniforme del fámulo está, inadvertidamente, abierta, por lo que se entrevee un bosque rizoso en el que brillan unas gotas de jugos vaginales. El joven, muy serio, indica al Inspector que lo siga. Así lo hace el policía, observando las prietas nalgas del que le va abriendo puertas. Llegan, finalmente, a una puerta donde se detiene. Da unos golpecitos y abre, dejando paso a Ramírez. Este, al pasar, deja la mano tonta y aprieta una nalga, redonda y dura, del mayordomo. Entra. La estancia es un canto al color blanco inmaculado. Paredes, techo, suelos, muebles, cortinas. Todo es blanco. Sobre una chaise-longue, una mujer de edad indefinida, cubre sus voluptuosos miembros con un vaporoso , y blanco, salto de cama. Bajo los tules, en el vértice de sus muslos, negrea un coño que, Ramírez – no sin cierta envidia - imagina encharcado.

La mujer bosteza, como saciada. Le indica un asiento , frente a ella, y lo mira de arriba abajo, como el chalán que evalúa un pedazo de carne. Ramírez, ruboroso, inicia la conversación.

Lo primero, señora, mi más sentido pésame por la muerte de su esposo.

La voz de la mujer suena ronca, como aguardentosa, al interrumpirle diciendo :

No se moleste, Inspector. Mi marido era un cabrón, hijo de puta ( como usted ya sabrá ) y no se merece ni el más mínimo asomo de pena por él. Yo, desde luego, no lo tengo.

Bien , señora – prosigue Ramírez -, pues, entonces, vayamos a lo que , realmente, me trae por aquí. Quiero que me informe sobre la adopción de su hijo Dany, y la relación que éste tenía con su esposo.

La mujer, flaquea un poco al oir el nombre de su hijo. Traga una lágrima y , haciendo un gran esfuerzo, mira directamente a los bellos ojos del Inspector.

Inspector : Yo no era estéril. Ni mi marido tampoco. Eramos un matrimonio de conveniencia – como tantos otros – en el que unos a otros nos tapamos los trapos sucios. Físicamente, yo, le daba asco a mi marido. El prefería gastar su pólvora en los traseros de nuestros criados ( seleccionados por él ), y otras aventurillas paganas que se corría por los antros de Madrid. Yo, durante muchos años, estuve en la inopia. Fui educada muy estrictamente en un colegio religioso y, no sabía nada de nada ,cuando me casé. El, durante los primeros meses , excitado por mi aspecto andrógino de aquél entonces, me forzaba analmente, musitándome en el oido que yo era su "chavalito querido". Me acostumbré a ser penetrada de esa forma y , más aún, yo creía a pies juntillas que así me quedaría embarazada. Hasta mucho tiempo después, en que me sinceré con una amiga, no sabía para lo que me servía esto. ( Aquí, la viuda, se agarra con toda la mano su negro sexo ). Cuando me encaré con él , para que me tomase por la vía natural, me rechazó de plano. Nos pusimos en habitaciones separadas. Por las noches, desde mi lecho, oía los quejidos del chavalín de turno al ser empalado por el bestia de mi marido. Como comprenderá, así no había forma de que me quedase embarazada.

Desde luego, señora.

Como los años pasaban , y yo estaba loca por tener un hijo, le propuse que adoptáramos. El, no se resistió mucho a la idea. Tan sólo puso una condición : tenía que ser niño. Entonces no se me pasó por la cabeza el motivo de tal capricho. Más tarde , me enteré. Recorrimos todos los sitios legales e ilegales para poder adoptar. Finalmente, untando a unas monjitas , conseguimos adoptar a un niño. En el lote iban dos : niño y niña, gemelitos, aunque no se parecían mucho ; pero mi marido se empecinó en que solo el niño. Durante unos años fuimos felices los tres, o por lo menos, yo, porque, cuando cumplió quince años, mi Dany se fue con lo puesto, dejándome una nota en la que me lo explicaba todo : los abusos de los que fue objeto desde que tenía uso de razón ( e incluso antes, según ciertas pesadillas que lo perseguían desde más pequeño ). Sus dudas a aceptar lo que le decía su padre, cada noche, al meterse en su cama y ser forzado allí mismo, entre sus osos de peluche y su foto de la Primera Comunión. Incluso, el mal nacido, le hizo creer que yo estaba al tanto de todo, y que lo aprobaba; pero que me enfadaría mucho si Dany me venía con el cuento. Me rogaba que no lo buscáramos. Que nos olvidásemos de él. Y así lo hicimos. Yo me separé de mi marido aquél mismo día. Me vine a este piso, propiedad de mi familia. Y mi marido se dedicó a su carrera, y a sus chavalitos. Hasta que le han dado lo que se merecía. De mi Dany, sigo sin saber nada. Espero que haya rehecho su vida, que sea feliz.

Ramirez baja los ojos, dudando en confesarle la verdad. Opta por callar. Intentará evitarle a la pobre madre el cruel descubrimiento de que Dany también murió. Solo le queda por preguntar por los antecedentes del niño y de su hermanita gemela. Lo pregunta , y la señora responde :

Pues, las monjas, no fueron muy explícitas. Insinuaron que procedían de una Casa Grande de España. Fruto de los amores de uno de los hijos y de una criada. Pero no soltaron ni prenda. Le puedo dar la dirección del Convento donde hicimos los trámites, seguramente allí tendrán algo de documentación y , a ustedes, no se la podrán negar.

Muchísimas gracias. Si nos enteramos de algo relacionado con su hijo, se lo haremos saber. ( la mentira se le enrosca en la nuez, pero carraspea para disimular).

 

***

La Sargento Catalina, la Rusa, masturba, bajo la sotana, al delgadísimo Secretario de su Ilustrísima. El joven curita, aguanta a pie firme los manoseos de la rubia, mirando hacia al cielo con los ojos en blanco, las manos juntas, la tez pálida : es, tal mente, un personaje arrancado de un cuadro de El Greco.

La Rusa se limpia la mano inseminada en un klinex de papel perfumado. Nunca le faltan en el bolso. También lleva una botellita de Agua del Carmen, para hacer gárgaras. El Secretario sale a trompicones del despacho, agarrándose a los muebles. La paja le supone media hora a la Sargento, para poder husmear por entre los papeles privados del Cardenal Adolfo Requejo. Mira montones de documentos, desechándolos de un vistazo. Abre cajones y comodines. Revuelve papeluchos amarillentos . El tiempo transcurre velozmente. Ya casi ha pasado la media hora. Sus dedos buscan bajo el borde de la mesa, buscando no sabe qué. De repente, nota una pequeña protuberancia. La aprieta, y se abre un secreter con un legajo de cartas dentro., antiguos sobres atados con una cinta de color violeta Suelta la cinta. Lee por encima el contenido de la carta : es una carta de amor. Catalina saca el móvil y marca el número de la oficina.

***

En el despacho cerrado, el Inspector Ramirez aguanta las embestidas - ¡¡ por fín ¡! de su subordinado Pedrito Ngombo. Casi palmo y medio de rabo negro , le endilga el joven policía a su jefe, que boquea levantando los ojos al cielo como una Dolorosa.

Suena el teléfono. Ramírez tantea las teclas para poder oir sin necesidad de coger el auricular. En el silencio del despacho, solo roto por los jadeos de ambos hombres y el golpeteo de los testículos aborígenes en el musculoso trasero del viciosillo, se oye la voy excitada de la Rusa, que lee unos párrafos de la carta de amor al Cardenal :

" … ya sabes que te amo locamente. A los niños apenas los vi. Mamá se ocupó de todo. Solo pude apreciar que tienen los ojos de color violeta, como ella. Mamá, se portó muy cruelmente conmigo. Me amenazó con no se qué horrores si te volvía a ver. Mi amor por ti es superior a mi deseo, por lo que, a partir de ahora, nunca más te veré. Aquí me quedaré, con tu recuerdo, el recuerdo de nuestros hijos y la compañía de mi perro. Adiós, hermano. Mi amor. Mi vida."

Marga

Mas de Carletto

El Gaiterillo

Gioconda

Crónicas desesperadas.- Tres colillas de cigarro

Pum, pum, pum

La virgen

Tras los visillos

Nicolasa

Gitanillas

Madame Zelle (09: Pupila de la Aurora - Final)

Madame Zelle (08: La Furia de los Dioses)

Bananas

Madame Zelle (07: El licor de la vida)

Madame Zelle (06: Adios a la Concubina)

Madame Zelle (05: La Fuente de Jade)

Tres cuentos crueles

Madame Zelle (04: El Largo Viaje)

Madame Zelle (02: El Burdel Flotante)

Madame Zelle (03: Bajo los cerezos en flor)

Madame Zelle (01: La aldea de yunnan)

La Piedad

Don Juan, Don Juan...

Mirándote

Aventuras de Macarena

Cositas... y cosotas

La turista

La Sed

La Casa de la Seda

Cloe en menfis

La Despedida

Gatos de callejón

Cables Cruzados

Obsesión

Carne de Puerto

Tomatina

Regina

Quizá...

Hombre maduro, busca ...

¡No me hagas callar !

Cloe la Egipcia

Se rompió el cántaro

La gula

Ojos negros

La finca idílica (recopilación del autor)

Misterioso asesinato en Chueca (10 - Final)

Misterioso asesinato en Chueca (09)

Misterioso asesinato en Chueca (8)

Misterioso asesinato en Chueca (7)

Misterioso asesinato en Chueca (6)

Misterioso asesinato en Chueca (3)

Misterioso asesinato en Chueca (4)

Misterioso asesinato en Chueca (2)

Misterioso asesinato en Chueca (1)

Diente por Diente

Tus pelotas

Mi pequeña Lily

Doña Rosita sigue entera

Escalando las alturas

El Cantar de la Afrenta de Corpes

Dos

Mente prodigiosa

Historias de una aldea (7: Capítulo Final)

Profumo di Donna

Historias de una aldea (6)

Los Cortos de Carletto: ¡Hambre!

Historias de una aldea (5)

Historias de una aldea (3)

Un buen fín de semana

Historias de una aldea (2)

Historias de una aldea (1)

¡ Vivan L@s Novi@s !

Bocas

Machos

No es lo mismo ...

Moderneces

Rosa, Verde y Amarillo

La Tía

Iniciación

Pegado a tí

Los Cortos de Carletto: Principios Inamovibles

Reflejos

La Víctima

Goloso

Los cortos de Carletto: Anticonceptivos Vaticanos

Memorias de una putilla arrastrada (Final)

Dos rombos

Memorias de una putilla arrastrada (10)

Ahora

Cloe (12: La venganza - 4) Final

Café, té y polvorones

Los Cortos de Carletto: Tus Tetas

Cloe (10: La venganza - 2)

Los Cortos de Carletto: Amiga

Cloe (11: La venganza - 3)

Memorias de una putilla arrastrada (9)

Los Cortos de Carletto: Carta desde mi cama.

Memorias de una putilla arrastrada (8)

Memorias de una putilla arrastrada (7)

Cloe (9: La venganza - 1)

Memorias de una putilla arrastrada (5)

Memorias de una putilla arrastrada (4)

Los Cortos de Carletto: Confesión

Memorias de una putilla arrastrada (6)

Memorias de una putilla arrastrada (1)

Memorias de una putilla arrastrada (3)

Memorias de una putilla arrastrada (2)

Los Cortos de Carletto: Blanco Satén

Frígida

Bocetos

Los Cortos de Carletto: Loca

Niña buena, pero buena, buena de verdad

Ocultas

Niña Buena

Los Cortos de Carletto: Roces

Moteros

Los Cortos de Carletto: Sospecha

Entre naranjos

La Finca Idílica (13: Noche de San Silvestre)

Los Cortos de Carletto: Sabores

Los Cortos de Carletto: Globos

Los Cortos de Carletto: Amantes

Los Cortos de Carletto: El Sesenta y nueve

La Mansión de Sodoma (2: Balanceos y otros Meneos)

Ejercicio 2 - Las apariencias engañan: Juan &In;és

Los Cortos de Carletto: Extraños en un tren

Los Cortos de Carletto: Falos

Los Cortos de Carletto: Sí, quiero

Caperucita moja

Los Cortos de Carletto: El caco silencioso

La Mansión de Sodoma (1: Bestias, gerontes y...)

Cien Relatos en busca de Lector

Cloe (8: Los Trabajos de Cloe)

La Finca Idílica (12: Sorpresa, Sorpresa)

Mascaras

Los Cortos de Carletto: Siluetas

Cloe (7: Las Gemelas de Menfis) (2)

Los Cortos de Carletto : Maternidad dudosa

Cloe (6: Las Gemelas de Menfis) (1)

La Sirena

Los Cortos de Carletto: Acoso

La Finca Idílica (11: Love Story)

Los Cortos de Carletto: Niño Raro

Los Cortos de Carletto: Luna de Pasión

La Finca Idílica (10: La mujer perfecta)

La Finca Idílica (9: Pajas)

Los Cortos de Carletto: Ven aquí, mi amor

Los Cortos de Carletto: Muñequita Negra

Los Cortos de Carletto: Hija de Puta

La Finca Idílica (8: Carmen, la Cortesana)

La Finca Idílica (6: Clop, Clop, Clop)

La Finca Idílica (7: Senos y Cosenos)

La Finca Idílica (5: Quesos y Besos)

La Finca Idílica (4: La Odalisca Desdentada)

La Finca Idílica: (3: Misi, misi, misi)

La Finca Idílica (2: El cuñado virginal)

Cloe (5: La Dueña del Lupanar)

Los Cortos de Carletto: Sóplame, mi amor

La Finca Idílica (1: Las Amigas)

Los Cortos de Carletto: Gemidos

Los Cortos de Carletto: La Insistencia

El hetero incorruptible o El perro del Hortelano

Morbo (3: Otoño I)

Los Cortos de Carletto: Disciplina fallida

Los Cortos de Carletto: Diagnóstico Precoz

Los Cortos de Carletto: Amantes en Jerusalem

Los Cortos de Carletto: Genética

Morbo (2: Verano)

Morbo (1: Primavera)

Los Cortos de Carletto: La flema inglesa

Los Cortos de Carletto: Cuarentena

Los Cortos de Carletto: Paquita

Los Cortos de Carletto: El Cuadro

Don de Lenguas

Los cortos de Carletto: El extraño pájaro

Locura (9 - Capítulo Final)

Los cortos de Carletto: El baile

La Vergüenza

Locura (8)

Locura (7)

El ascensor

Locura (5)

Vegetales

Costras

Locura (4)

Locura (3)

Locura (2)

Locura (1)

Negocios

Sensualidad

Bromuro

Segadores

Madre

Adúltera

Sexo barato

Cunnilingus

La Promesa

Cloe (4: La bacanal romana)

Nadie

Mis Recuerdos (3)

Bus-Stop

Ritos de Iniciación

La amazona

Mis Recuerdos (2)

Caricias

La petición de mano

Mis Recuerdos (1)

Diario de un semental

Carmencita de Viaje

Macarena (4: Noche de Mayo)

Solterona

El secreto de Carmencita

La Pícara Carmencita

La Puta

Macarena (3: El tributo de los donceles)

Costumbres Ancestrales

Cloe (3: El eunuco del Harén)

Macarena (2: Derecho de Pernada)

La Muñeca

Cloe (2: La Prostituta Sagrada)

Soledad

Cloe (1: Danzarina de Isis)

El Balneario

Escrúpulos

Macarena

La tomatina

Dialogo entre lesbos y priapo

Novici@ (2)

Catador de almejas

Antagonistas

Fiestas de Verano

El chaval del armario: Sorpresa, sorpresa

Huerto bien regado

Guardando el luto

Transformación

El tanga negro

Diario de una ninfómana

Descubriendo a papá

La visita (4)

La visita (2)

La visita (1)