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Regina

en Sexo Virtual

REGINA

Silencio en la noche. Por fin , todo está en calma.

Notas los primeros síntomas. Tu natural, tranquilo, aguantado durante toda la semana, se va evaporando. Comienza la fiebre del sábado noche. No, mejor dicho : la calentura del domingo de madrugada. La hora bruja de las veinticuatro horas ya pasó. Por tus venas , por tus nervios, por todo tu cuerpo, se eleva el nivel de adrenalina. Perlas de sudor recorren tu piel. Has dejado de ser, por unas horas, la mujer que todo el mundo conoce, que aprecia o que desprecia, que ama o que odia, que admira o que compadece. Esa mujer ha muerto, ha desaparecido, la has empujado a un lado para emerger tú, magnífica, esplendorosa, caliente, lasciva, dominante, lujuriosa hasta límites insospechados, zorrón, puta arrastrada, capaz de sumergirte y sumergir a otros en un desenfreno sexual sin ninguna cortapisa. Sí, esa eres tú. La Reina.. . REGINA.

Guiña la pantalla su gran ojo verde. Es tu Polifemo, el gigante capaz de transportarte a otros mundos, a entronizarte como la Reina de la Madrugada. Deslizas los dedos por el teclado. Ya te están esperando. Se inclinan ante ti, te adoran.

Soy Regina …

Lo saben. Eres su diosa. Disputan entre ellos el honor de recibirte en sus casas, de verte en sus pantallas, de que los veas …

Eliges uno al azar. Te dejas llevar por el nombre : "Tierno". Arreglas tu pelo, enfocas la cámara y conectas. En el lado derecho de tu pantalla aparece una verga que cabecea entre unos muslos casi lampiños. Parece que Tierno quiere ir al grano…

Hola, Tierno

Hola Regina. Tenía muchas ganas de conectar contigo.

¿Sí?

Es que me pones de un cachondo…

¿Estás solo?.

Sí, si. Mis p…. Bueno : que sí , que estoy solo.

Oye – la sospecha te asalta - ¿qué edad tienes?.

¿Yo?. Dieciocho.

Anda guapo. Enfócate la jeta que la polla ya te la he visto.

Es que …

Tienes tres segundos.

Vale, vale. ( la cámara va elevándose y enfoca el rostro de un adolescente ansioso )

¿Dieciocho?. ¡ Anda , niño, márchate a la cama que no son horas de que estés despierto!. ¡ Si no tendrás más de doce años!.

¡Trece! – escribe muy ofendido Tierno antes de que finalices la conexión.

 

No has comenzado bien la noche. No señor. A ti te gustan jóvenes, pero tanto, tanto…Te da hasta repelús el pensarlo. Dentro de cuatro añitos, Tierno seguirá estando tierno y , a la vez, en su "punto" exacto de cocción. Ahora no está tierno : está crudo.

Tu mirada se detiene en un nombre obvio : "Safo". Mmmmmmh. Un ratito lésbico no te vendrá mal.

Hola Safo, soy Regina.

Hola Regina… Estooooo. Soy algo novata ¿puedes ayudarme tú?.

¿Novata? – te mosqueas - ¿Qué edad tienes , guapa?.

Treinta.

Vaya, vaya. Mira : tienes que poner la cámara así y asá. ( le das las instrucciones).

Aparece en la pantalla el rostro – un tanto angustiado- de una treintañera de pelo muy corto, cejas pobladas y ojos enormes. Tiene toda la pinta de una administrativa que se quiere desmelenar por una noche. La toreas como quieres. Te cuenta sus ganas más secretas, esas que no quiere decirle a nadie. Entra al trapo y pronto la tienes en tu pantalla, acariciándose mientras tú la miras fijamente, simplemente encendiéndola con tus ojos, con tu lengua que repasa lascivamente tus sensuales labios. Tienes el don de calentar al personal. Simplemente tecleas unas palabras, apenas unas frases, y esperas la reacción. Nunca falla.

La muchacha se desinhibe por completo ante ti. No tarda en abrir las piernas lentamente, subiendo hasta la ingle una camiseta muy amplia – quizá de su novio , de su marido o de algún hermano – bajo la que centellea la humedad morena de su pubis.

Mientras la miras masturbarse, estiras la mano hacia un cajón lateral de la mesa del ordenador. Sacas un objeto de forma fálica que brilla unos instantes al pasarlo ante la pantalla. Bajo la mesa, entre tus piernas, tu afición al bricolage ha conseguido que pudieses montarte tú sola un artilugio muy original : consta de un brazo articulado, atornillado en el suelo y que lo puedes posicionar más o menos extendido. En su extremo enroscas el consolador de acero inoxidable que queda ante ti, justo a la altura adecuada, señalándote como un grueso dedo acusador.

La mujer está ahora con los ojos cerrados. Aunque un poco separada de la cámara, distingues sus dientes blanquísimos mordiendo el labio inferior. Con una de sus manos levanta la camiseta para poder pellizcarse un pezón. Tanteas tu dildo y lo pones en marcha. Notas de inmediato la vibración, el maravilloso ronroneo que te enerva. Abres tu camisón de seda y oprimes los senos a dos manos. Impulsas con los talones y te acercas con la liviana silla de despacho en la que estás sentada. Ahora, justamente ahora, la punta del vibrador la tienes a la entrada de tu raja. Masacras tus pezones mientras adelantas la vulva, metiendo apenas unos centímetros del falo horizontal en tu interior…La mujer abre los ojos, vidriosos, intentando fijarlos en la pantalla. Abandonas tus senos y vuelas con los dedos sobre las teclas :

-¡Córrete, zorra, putita, cabrona encelada, córrete, córrete, córrete!.

Y la chica, obediente, se retuerce asaltada por unos espasmos orgásmicos que la dejan desmadejada. Sales de allí y recorres , veloz, la lista de los que esperan.

"Cástor y Pólux ", son los elegidos.

Apenas cumplen los requisitos de la edad. Dos muchachos vestidos únicamente con escuetos slips, que abren los ojos admirados por lo que ven. Uno de ellos, el más lanzado, es el que teclea. El otro observa, se acaricia por encima del calzoncillo y se inclina de cuando en cuando para sugerir alguna frase.

-Hola muchachos. Soy Regina

-Hola guapa. ¿Cómo estás?.

-Pues ya lo ves : muy buena. ¿Qué queréis de mí?.

-Mira, nos gustaría verte como te acaricias.

-Ya. Lo imagino. Pero quiero algo a cambio.

-¿Sí?. ¿ Y qué quieres de nosotros?.

-Pues lo mismo : que os acariciéis…

-¡Eso está hecho!.

-Ya, ya. Pero … que os acariciéis … uno al otro.

-¿Cómo dices?.

-Lo que has leído.

Durante unos segundos hablan entre ellos. No parece que están mucho por la labor. Discuten. Finalmente vuelve uno de ellos a teclear:

-Vale. De acuerdo. Pero solo tocarnos : nada de besos.

-¡Qué poco románticos sois los jóvenes de ahora!.

-Es que, compréndelo : somos hermanos.

-Si queréis lo dejamos estar.

-No, no. ¡Si ya nos hemos hecho el ánimo!. Además …

-Además ¿ qué? – preguntas morbosa.

-Nada, nada. Cuando quieras empezamos.

No les notas mucho reparo cuando cruzan sus manos y se posesionan del miembro ajeno. Te recorre un sensación extraña, muy cachonda. Las manos juveniles agitan suavemente las vergas, mientras tú empotras el consolador en lo más hondo de tu sexo. Vibran tus carnes internas, toda tú. Pegas un golpe de talón y te deslizas hacia atrás, sacando el largo dildo casi hasta el final. La punta metálica queda a las puertas de tu ciudadela, como los antiguos arietes usados en las guerras. Has colocado la cámara para que los muchachos vean tus manejos. Los ves excitarse al máximo. Sube la calentura a ambos lados de la pantalla. Manipulas la verga artificial para pasarla a un grado más de vibración. Tiemblas toda tú, desde los muslos hasta el rostro, pasando por los senos que se bambolean como flanes. Los muchachitos han olvidado su parentesco y se están dando un morreo de órdago ante la cámara, mientras lanzan miradas de reojo a su pantalla. Os corréis los tres a la vez y te vas sin despedirte.

¡Soy Regina!.

Regina, somos Calixto y Melibea.

¡Vaya, que día más literario llevo!.

¿Decías?.

Nada, nada. Cosas mías.

Eres muy guapa.

Gracias . Vosotros también. Dile a tu pareja que se acerque más a la cámara.

Claro ( se hace a un lado y ves a una chica guapísima a la que le cuesta levantar la mirada hacia la cámara ). Esta es … Melibea, mi novia.

Mucho gusto. Vosotros diréis.

Pues mira, es que nos gusta un montón el exhibicionismo. Hemos pensado en tenerte de espectadora en una ocasión muy especial para nosotros.

Sigue, sigue.

Te sonará raro, pero …

Tranquilo, muchacho, a mí no me "suena" nada. Y menos, raro.

Queremos "hacerlo" por primera vez … ante ti.

¿Cómo " por primera vez"?.

Mi novia es virgen.

Mmmmmmmmm ( te relames mientras notas unas gotas reptar por tu entrepierna ).

¿Te parece bien, Regina?.

¡Me parece fenomenal, Calixto!. ¡ Qué empiece la función!.

Te retrepas en tu asiento, bien abierta de piernas mientras le pones la tercera marcha a la polla de acero inoxidable. La pareja de novios trastea al otro lado de la pantalla colocando una butaquita con reposabrazos. Calixto manipula la cámara hasta que está encuadrada perfectamente.

Pasas la lengua por tus labios resecos. En la pantalla , los dos jovencitos ya se han despelotado por completo. Calixto mira a la cámara fijamente, muy satisfecho de los atributos que exhibe. No está nada mal. Imaginas la cara que pondrá la virginal Melibea cuando le meta tamaño armamento. La chica mira de soslayo. Es muy rubia y de cara fina. Incluso lleva algunas pecas. Ahora que la ves de cuerpo entero te recuerda a Meg Ryan. El muchacho no es muy allá de cara, pero tiene un cuerpazo trabajado en el gimnasio. Ahora ya están de frente entre ellos, de perfil ante ti. Entre los vientres de ambos está aplastado el miembro durísimo del joven. El consolador parece que está sacando petróleo de tu pozo. El chico se sienta en la butaca , y ella se sienta sobre sus piernas de cara a la cámara. Luego , él, la aupa desde debajo de las nalgas para que ella ponga las piernas colgando de los apoyabrazos del sillón. Ahora le ves el sexo en primer plano. Rubio y brillante de flujos, con muy poco vello. Calixto ha pasado los brazos bajo los sobacos de ella, y le está acariciando los senos muy lentamente. La chica acaricia su clítoris con una uña larga y cuidada. Entre tus piernas, en el suelo, ya debe haberse formado un charco. La muchacha deja de acariciarse para apoyar sus manos en los brazos de su novio. Notas como flexiona los músculos para elevarse un poco. Ahora es Calixto el que le está acariciando el clítoris. Luego pone ambas manos a los lados de la raja vaginal y presiona muy ligeramente para hacer más grande la abertura. Asoma por abajo la verga cabeceante. Como un mástil , grueso y venoso, como un obelisco reluciente de humedad, el falo del muchacho se yergue ante la sonrisa vertical. Una de las manos atrapa el miembro y lo coloca en el agujero pertinente. Ya colocado, forma cuchara con las palmas de las manos bajo las nalgas femeninas y comienza a bajarla lentamente para ir empalándola. Ella tiene los ojos cerrados, la respiración presurosa. Entra la gruesa cabezota. Para. La saca y vuelve a introducirla. Esta vez unos centímetros más. Los labios de ellas se mueven un poco : debe estar quejándose. Tú, Regina, también te estás quejando con boqueadas de pez , pero de gusto. Duda el muchacho. Parece que le pregunta algo y ella mueve la cabeza afirmativamente. Finalmente le mete toda la longitud de la verga, justamente hasta los gruesos testículos. La muchacha queda rígida de momento. Luego, poco a poco, comienza a moverse, incluso a brincar sobre el rabo que la penetra, que la empala. Tú miras enloquecida la sangre que gotea casi imperceptiblemente por los labios vaginales, mientras notas las oleadas de flujo que anegan tu sexo masacrado.

No puedes más Regina. Has ido encadenando orgasmo tras orgasmo, y estás deshecha. Apenas tienes fuerza para deslizar los dedos por el teclado, por despedirte de la parejita que acaba de comenzar su segundo polvo.

Apagas la pantalla. Desenroscas el consolador y lo limpias a conciencia. Luego, abres el cajón de la mesa para guardarlo. Apartas el micrófono que tienes desmontado, tirado allí de cualquier forma. Ese micrófono totalmente inservible para ti, al igual que los altavoces. Nada de eso te hace falta. Nada de eso puedes usar.

Ya no existe Regina. Hasta la semana próxima, hasta el próximo Sábado noche.

Ahora, durante el resto de la semana, eres simplemente lo que eres : una chica sordomuda que esperará al domingo de madrugada para ser la locuaz, la dicharachera, la caliente, la sin par REGINA .

 

Carletto.

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