LOS CORTOS DE CARLETTO : NIÑO RARO
No llores, hijo. Ya se que estás triste. Yo, también lo estoy. Lo estuve desde que intuí que eras diferente. Que tu sensibilidad, te haría sufrir mucho, en esta perra vida. Y ya lloraba , entonces, por ti . Por los malos ratos que ibas a pasar. Y , solo pedía no sé a quién que fueras inteligente, para saberte defender. Y fuerte, para aguantar lo que te vendría encima. Y flexible, para poder cimbrearte cuando el viento de la maledicencia te azotase, sin llegar a romperte. Todo eso te llegará. Y mucho más.
Pero, aquí nos tienes, a tu padre y a mí. Preparados desde hace mucho tiempo, con la lengua a punto, para contestar las preguntas hipócritas. Con los rayos cruzando nuestro ojos, para fulminar con la mirada las sonrisitas despectivas. Y los murmullos. Y las risas contenidas. Y lo peor de todo : la lástima. Y los exabruptos machistas. Y el darte de lado por los que se consideran "normales". Los que te obligaran, poco a poco, a que te metas en un gheto. Con los de tu clase dirán para que no molestes a la sociedad bienpensante y mal-obrante. Porque, el mundo, es de ellos. Propiedad de ellos. Única y exclusivamente de los heterosexuales. De los que tienen la sagrada misión de la perpetuidad de la especie. Y , no quieras intentar contribuir con tu granito de arena. No te dejarán. No podrás criar, ni adoptar, ni educar. No importe que estés mil veces más preparado que muchísimos de ellos. No te dejarán tener tu cachorro, aunque en las películas se diga que sí. Serás la encarnación de todos los vicios. Condenado por Dios con una plaga terrible, cuyo solo nombre da pavor. Y , tendrás que fingir. Tendrás que simular lo que no eres. Y vigilar tus ademanes. Y tu voz. Y tus gustos. Y tu vida. Para poder optar a un trabajo digno. Para que no se te deniegue con cualquier excusa, que siempre será distinta a la real. Y tendrás que reirte con chistes que te harán llorar por dentro. Y que, además, seguramente los contarán para ver que cara pones. Porque, hagas lo que hagas, lo sospecharán. Tendrás que estar vigilante, para no delatarte. Acostumbrarte a no ser tú nunca. Jamás.
También podemos construir nuestro propio paraíso. Nosotros, los que te queremos . Un lugar maravilloso, donde nos importe un pepino el "qué dirán". Donde dejar que la mano te cuelgue lánguida. Donde puedas mirar, tranquilamente, el culo de ese chaval que está tan bueno. Y reirte con la voz que te de la gana. Sin tener que controlar esos chilliditos que, a veces, te salen sin querer. Y perder esa tristeza que nos está matando. Queremos que estés alegre. Que vivas. Que salgas. Que disfrutes de la vida. Que tengas novio, si te apetece. Y nos lo traigas, nos lo presentes. Que coma en casa, con todos, los domingos. Y salgamos a la horchatería, en verano. Juntos. Con la cabeza bien alta. Riéndonos nosotros cómplices- de los demás. Y tu padre pondrá la mano en el hombro de tu novio. Y tú me cogerás de la cintura, y charlaremos como locas. Y haremos un corte de mangas a las vecinas, esas tan cotillas, que siempre te ponen verde. Y, puede que diga, a la más asquerosa, aquello que me contaste hace tiempo. Aquello que me sirvió de purga. Que me quitó el apetito durante varios días. Sí, lo de su marido contigo. Y lo del otro. Y lo del otro. Lo de tantos otros, que te persiguen como moscones, cuando nadie mira. Encandilados por ti, pobre hijo mío. Esos tan machos, que dejan sus novias a medias, para poder hacerlo contigo. Por eso te tienen tanta rabia. Porque te tienen miedo. Porque eres mejor que ellos. En todo.