NO ES LO MISMO
UNO.
El matrimonio , codo con codo, debate ante sus amistades "progres" el tema del aborto. La esposa, Dorita, blandiendo escapulario y amarillento carnet de la Sección Femenina, echa fuego por la boca tildando de y de a todos los involucrados en la interrupción de una vida en ciernes. ¡ Ya no existe la moral, ni el amor a la vida, ni, ni,ni..!
El esposo, más tranquilo pero igual de terrible en sus afirmaciones- , sonríe despectivamente ante los argumentos que le oponen , tímidamente, sus amigos. No hay ninguna justificación para los abortistas. ¡ Ni una ! .
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Clara solloza ante sus padres. No se había atrevido , hasta esta noche, a confesarles su estado. Sus padres, modelo de rectitud y buenas costumbres. Sus padres, defensores a ultranza del derecho a la vida. Antiabortistas acérrimos. Sus padres
¿ Qué hacemos, Dorita? dice el esposo insomne.
¿ Lo dudas, cariño? : ¡ Pues llamar mañana , a primerísima hora, a la Clínica de Londres, naturalmente!.
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DOS.
El violador limpia su miembro ensangrentado en la misma batita que arrancó a su víctima. Todavía siente el estremecimiento placentero de las cópulas conseguidas a fuerza de golpes, atenazando con su garra callosa los tiernos labios con aroma a goma de mascar. Su placer ha sido inversamente proporcional al dolor que ha experimentado la pobre criatura. Ha obtenido un gusto indecible mirándose en el reflejo de los ojos desorbitados, anegados en lágrimas
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La barra de hierro desgarra el ano, los intestinos, el ser entero del preso. Se ahoga en su propio vómito, bebe las lágrimas amargas de la persona violada.
Cuando acaban con él ya no siente nada. Solamente ha durado unas horas desde que se extendió el rumor del motivo de su encarcelamiento.
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TRES .
El enfermo se retuerce entre agónicos espasmos. Desea la siguiente dosis , que lo dejen K.O. , que lo hagan olvidarse de que vive. Quiere morir. Su vida no tiene sentido. ¿ A quién le importa que viva o muera?.
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¡ No a la eutanasia! chillaba desaforadamente el joven militante unos años antes - ¡Nadie es dueño de su propia vida !.¡ Criminales, criminales!.
Mientras pensaba :
(Tengo que ir a recoger los análisis del médico ).
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CUATRO .
El joven, mirada fría, corazón pétreo, ideales al rojo vivo, espera sentado en el coche. Quedan pocos minutos para la hora. Está en la ciudad Colateral, lejos, muy lejos de su casa, de su hogar. Allí le esperan los suyos, aquí tiene una misión que cumplir. Le guste más o le guste menos, todo por la Causa. Con unos anteojos de gran potencia escuadriña- de cuando en cuando la entrada del Centro Comercial. Ha visto entrar familias enteras. Y niños con uniforme del colegio. También jovencitas en edad de merecer, que buscan regalos de última hora para sus enamorados. Y autobuses con personas de la tercera edad.
Duda un segundo antes de marcar el número del móvil. Pero debe hacerlo. No tiene más remedio. La libertad tiene un precio. Si ese precio requiere la muerte de inocentes, ( "daños colaterales" dicen los entendidos ) pues tiene que pagarse. La cuenta atrás ha comenzado.
Es su primer "trabajo". El primer atentado para el que ha sido requerido tras un largo entrenamiento. Está tranquilo. Muy tranquilo. Parece que el hielo corre por sus venas. Está muy seguro de lo que hace. Repasa con los anteojos el aparcamiento del Centro. El autobús que llegó hace un rato, el de la tercera edad, tiene matrícula de
La explosión es colosal. El joven, temblando, saca un sobre arrugado de su bolsillo. La carta que le entregó el contacto y que él, con la tensión de los preparativos, no ha llegado a leer.
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" y nos hemos apuntado a una excursión que hacen los de la Tercera Edad. Ya sabes que no salimos nunca del caserío, y que la tía es muy pesada con la tabarra de que debemos ver algo de mundo, ahora que nos hemos quedado solas. Así que iremos las tres : madre, la tía y yo . Dormiremos en un hotel de tres estrellas en las afueras de Colateral, y el día de San Valentín nos llevarán en ruta turística por la ciudad, para acabar visitando un Centro Comercial que tienen allí, muy famoso. Al principio madre no estaba muy animada ( ya sabes que te añora cada día ), pero al final se está animando. Incluso tiene la idea ( ¡ pobrecilla ! ), de que quizás te veamos por casualidad . Debe creer que el mundo es un pañuelo ".
Carletto.