COSITAS Y COSOTAS
¿Duermes, Pepe?
Mmmmññgggzzzzzzzz
¡Pepe! ¡ Que te pregunto si duermes !
¡Mmmmmññnnnzzzzzz!
¡¡ Pepe!! ¡¡Que si estás durmiendo!!
¡¡¡Coño, como quieres que duerma si me estás jodiendo la marrana!!!
¿Quieres que te cuente una cosa que me ha pasado hoy?
¿Qué cosaaaaaaa? ( sin mucho entusiasmo).
Pues ¿sabes quién es la Maripili?
(Mirando al techo con gesto resignado) : No caigo ahora quien es ésa.
¡Hombre , sí, la Maripili! ¡ La hija de los del tercero"A,"que se han mudado hace poco !.
(Cayendo en la cuenta y con un brillo nuevo en la mirada ): ¡Ah, sí, ESA Maripili!
(Sentándose en la cama y cuchicheando con voz de cotilleo): Hoy ha venido a casa.
¿ A casa ? ( Extrañado pero interesado ).¿ Y que quería?
¡No te lo vas ha creer!
Tú cuéntamelo y ya veré yo si me lo creo o no.
Venía muy apurada la pobrecita. Ya sabes que no tiene madre, y que vive con su padre ( ese tan orgulloso que nos mira por encima del hombro, como si le guardase los puercos el Rey ), y la abuela , que está medio chocha. Total, que la pobre niña ( que va camino de cumplir los quince), no tiene ninguna mujer de confianza para preguntarle ciertas dudas que la corroen.
¿Y?
(Muy satisfecha de sí misma): Pues como soy la señora más fina de la finca, ha decidido volcar en mí sus temores de adolescente, para que yo la aconseje.
Vaya, vaya. Y ¿ qué te ha preguntado, si puede saberse?
¡¡Gorrinillo!!. ¡ Ya sabía yo que iba a despertar tu interés!
¡Mujer, ya que me has despertado el resto del cuerpo, pues el interés iba en el mismo lote!
Ya, ya. Eso es lo quisieras tú : ¡ pegarte el lote, aunque solo sea de imaginación!
No te enrolles y sigue, Maruja.
Pues la Maripili, muy sofocada, me ha confesado que estaba preocupada porque le habían salido unas cosas muy raras en su "cosita"
¿Raras? ¿ Pero qué le pasa a esa criatura?
Eso mismo he pensado yo. Así que le he hecho entrar a nuestro dormitorio, ahí mismo sobre la alfombra, y le he dicho que me enseñase lo que tanto le preocupaba. La chica se ha hecho la remolona, porque es muy pudibunda, pero al final se ha decidido. Y ¡ Ay, Pepe !
¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?
Se ha desabrochado la batita que llevaba. La pobrecita ni siquiera se había puesto sujetador ( la verdad es que no le hace falta, con unas tetitas pequeñas y duras como piedras) y se ha quedado en braguitas con un cuerpo que casi era una tentación incluso para mí
Mmmmmmmmmmmm!!!! Sigue, sigue, sigue
Ha comenzado ha bajarse las braguitas lentamente, con el rostro como una amapola. Le he visto el inicio del vellito púbico y entonces
¡No me mates y termina de una vez !
¡Pues que ha llamado el cartero y he tenido que salir !. Cuando he vuelto ya se había vestido otra vez y se marchaba corriendo. A duras penas la he convencido para que mañana venga y termine de enseñarme lo que falta.
¡Maruja! ¡Maruja!
Dime, Pepe, Pepe.
¿A qué hora le has dicho que venga?
Pues, a las 10 de la mañana, antes de que marche al Instituto.
¿Te enfadarías si os espiase yo escondido tras la cortina? ¡Como es hora de almorzar !
(Riendo morbosa) ¡Pillín, pillín! ¡Ya sabía yo que acabarían por ahí los tiros!
¿Me dejarás, ehhhhhhhhh?
Vale, bueno. Pero ya hablaremos de la visita que quiere hacernos mi madre.
Estooooo. De acuerdo. ( por lo bajini) : ver la cosita de Maripili valdrá el sacrificio.
***
Día siguiente, diez de la mañana. Entran las dos mujeres en el dormitorio conyugal. Maruja es una cincuentona bien entrada en carnes, guapetona y con un punto de viciosa. Maripili es una ricura de niña, que aparenta menos edad de la que tiene. El rubor enciende sus mejillas. La mujer mayor cierra con llave el dormitorio, para darle más confianza a la nena. Con el rabillo del ojo observa ciertos movimientos tras las corridas cortinas. La niña duda, vergonzosa en el último momento. No quiere. Se lo ha pensado mejor y
¡ Vamos, Maripili, nena ! ¿Vergüenza conmigo? ¡ Si estamos entre mujeres!.
Si, pero ¡ Así , en frío!
¿En frío? ( cruzándole por la mente una idea salvadora) ¿ Y en caliente?
¿Cómo dice, señora Maruja?
Quiero decir, que si te demuestro yo primero
(Dubitativa) : Entonces quizá si me atreviese.
¡Pues no se hable más!
Y la señora Maruja, ni corta ni perezosa, se coloca ante el foco de la mesita de noche, se despoja de su batín acolchado, baja sus grandes bragas hasta los tobillos y , sujetando los bordes del camisón con las manos, alza la tela hasta sus clavículas, con lo que todas sus carnes bamboleantes, más su peluda y gran cosota queda iluminada en primer plano ante los ojos de Maripili. Y
Entonces se oye un gemido vergonzante y una voz bronca y rota que grita tras la cortina:
¡¡ Pero Maruja !! ¡¡¡ Qué he traído conmigo a TODOS los compañeros del taller !!!
Carletto.