FIESTAS DE VERANO
Serie :El chico del maiz :
I EL CHICO DEL MAIZ
II- DESCUBRIENDO A PAPA
III- HUERTO BIEN REGADO
IV- FIESTAS DE VERANO
Por el sillín de la bicicleta resbalaban las gotas de semen que escurrían del trasero de David. El huertano mudo había descargado a conciencia toda su reserva láctea en el recto del muchacho y el broche de oro lo habían puesto el maestro con su sobrino. Efectivamente había quedado bien regado el huerto.
A la semana siguiente David salió de excursión. Se le hizo tarde y cuando quiso darse cuenta era ya noche cerrada. El faro de la bicicleta apenas alumbraba el camino y el chaval tuvo que bajarse y llevarla del morro. De repente, un fogonazo encendió el cielo en un sinfín de colores : fuegos artificiales . David recordó que aquella noche comenzaban las fiestas de verano del pueblo y apretó el paso para poder llegar a tiempo. Sabía que la primera noche era especial. Se celebraba una especie de ritual con raices en las creencias paganas y, por lo que le habían contado, desde las doce de la noche a las siete de la mañana , las mujeres y chicos menores de quince años se iban a una romeria fuera de los límites del pueblo, dejando a los hombres celebrar su fiesta en aquella noche orgiástica. Aquél era el primer año que David iba a participar como varón adulto y , solamente sabía por ciertos comentarios realizados por su padre y su cuñado que una de las normas de la fiesta era que las casas debían permanecer abiertas para que fuesen visitadas por quienes lo deseasen.
David llegó con el tiempo justo, cuando ya estaban dando las doce campanadas y refulgía el cielo con el último castillo de fuegos de artificio. Se encontró una nota de Carmen en la que le decía que no le preparaba cena porque imaginaba que cenaría con el resto de hombres en la plaza del pueblo.Se despedía hasta el día siguiente.
El chaval se duchó rápidamente. Con el pelo aún mojado y para darse el gustazo de poder ir como le diese la gana, se puso un batín de baño de color blanco, anudado a la cintura, y sus zapatillas de deporte.
Salió al aire cálido de la noche. Se cruzó con un grupo de jóvenes vestidos de una forma muy parecida a la ropa que se había puesto él por la mañana, esto es , shorts cortísimos y unas minúsculas camisetas ceñidas al cuerpo. Con la particularidad que casi todos eran veinteañeros y sus marcados músculos y velludos muslos resultaban más calientes que su cuerpo adolescente. Lo rodearon entre todos y tras obligarle a abrirse el batín para mostrar su desnudo cuerpo, se conformaron con que les diese una ligera chupadita a la polla de cada uno, que se sacaron por un lado del minúsculo pantalón.
Luego, riendo y cantando, comenzaron a correr y siguiendo las instrucciones de uno que parecía el jefe, entraron en una casa cualquiera. David los siguió pues tenía curiosidad de ver como actuaban.
En la casa habían dos chicos gemelos , que aparentaban unos diecisiete años, y que estaban estudiando cuando llegó el grupo. Frente a los chavales , leyendo el periódico estaba el padre de los chicos, muy serio y circunspecto. Era viudo y había alquilado la casa para pasar las vacaciones con sus hijos. Los tenía castigados por haber suspendido y quería que se preparasen para septiembre. No sabía nada de la fiesta. Simplemente le habían dicho que la costumbre aquella noche era dejar la puerta abierta.
Los gemelos, al ver al grupo de seis mocetones irrumpir de aquella forma en su salón, levantaron la vista de los libros y se alegraron de poder dejar de estudiar aquellos mamotretos. El padre comenzó a levantar la voz a los recién llegados, por lo que lo amordazaron y , mientras tres de ellos se llevaban a los gemelos a un dormitorio, otros tres sujetaron al padre. David que había entrado detrás, quiso echarles una mano a los festeros y , acercándose al hombre ( que debía estar por los treinta y seis años ) le metió la mano en la bragueta y la sacó llena de polla fláccida. Le entró morbo al chico y , dándose la vuelta, se restregó por el trasero aquel nabo adormecido hasta que lo hizo despertar en contra de su voluntad. Tumbaron al hombre sobre una mesa. Lo sujetaron bien para que David siguiese con su faena. Mientras dos manos sujetaban la polla del hombre por su base para que se mantuviese erguida, David ( que tenía el esfínter más que dilatado por lo acontecido en el huerto ) se empaló hasta los mismísimos cojones .Cuando notó que el hombre respondía moviendo ligeramente su pelvis de arriba abajo, el chico les dijo a los otros :
Soltadle, que se tiene solo.
El buen hombre, que no se había visto en su vida en una situación así, agarró al adolescente por las caderas y siguió penetrándolo como si le fuese en ello la vida.
Se levantó David de tan grato asiento, dejando su sitio a otro de los chavales. Tenía curiosidad por ver cómo iba el asunto con los gemelos y entró en el dormitorio. Los festeros vitoreaban a los dos hermanos que, cual signo de géminis, estaban haciendo un sesenta y nueve sobre la cama. Y por lo visto no era el primero que hacían.
Siguió David con su ronda por el pueblo. Llegó a la plaza y se acercó a las mesas donde una gran cantidad de viandas y bebidas eran consumidas por grupos de varones. Saludó al pasar al maestro y a su sobrino, que estaban dando buena cuenta del rabo del cartero del pueblo, un semental famoso por sus dimensiones. En un rincón más discreto, el cura del pueblo era enculado por dos chavales que se turnaban sobre el blanco trasero del eclesiástico, y que David reconoció como sus monaguillos.
David comió y bebió hasta no poder más. Los focos de la plaza alumbraban escenas de verdadera bacanal : chicos poco mayores que David enculaban sin piedad a respetables próceres del pueblo. Alcalde, concejales, médico y farmacéutico. Todos eran pasados por la piedra. Asomando la polla por la reja de una ventana , un recién casado ofrecía su mercancía a quienes pasaban. De cuando en cuando alguien entraba y se les veía follar sobre la cama matrimonial.
En el balcón en el que cada Semana Santa se asomaba la señora Engracia a cantar saetas, estaba ahora su hijo lanzando al aire de la noche su esperma tras ser poseido por su mejor jornalero.
Apoyado en el quicio de la puerta en que cada noche festejaba con su novia, un joven guarda municipal aceptaba de su futuro suegro una gratificante paja.
Tras beber agua de la fuente para rebajar la cena, David se rascó los cojones y decidió lanzarse al ataque. Entró en la panadería. Como siempre estaban trabajando aunque fuesen fiestas. Pero estaban sujetos a la tradición, por lo que no pusieron pegas cuando el muchacho buscó con la mirada al aprendiz que amasaba en un rincón. Era de la misma edad que él, aunque parecía más niño debido a la blancura de su tez. Llegó hasta él y cogiéndolo de la nuca le plantó un beso con lengua que hizo que el chico reaccionase metiendo mano a David. Rodaron por el suelo, entre sacos de harina. Por lo visto no era la primera visita la que recibía el chaval aquella noche pues su ano estaba encharcado. El joven estudiante metió de un golpe su gordo rábano en el horno del chico, que culeó de placer. Sobre la mesa, el panadero puso un montón de masa y enardecido de ver el espectáculo comenzó a follar metiendo su pollón en ella. Cuando David eyaculó en el blanquísimo trasero, el panadero también se corrió dentro de la masa. El chico sonriendo le dijo :
Guárdame de ese pan para mañana.
Al ir volviendo hacia su casa, David vió la escuela del pueblo iluminada. Se asomó por la ventana y rió a mandíbula batiente al ver al maestro con el culo en pompa apoyado sobre su mesa mientras recibía uno a uno a todos sus exalumnos que le querían agradecer sus enseñanzas. Los muslos del maestro brillaban con los rios de semen que ya bajaban por ellos. Y todavía quedaban dieciséis.
Aún quedaban varias horas para amanecer; pero David estaba cansado. Se fue a su casa sorteando cuerpos que copulaban en todas las posturas posibles. Por todos lados se oian risas y vozarrones. Derrengado se tumbó sobre su cama y se durmió.
Despertó con la sensación de que necesitaba cagar. Abrió los ojos y se encontró una gran polla ante sí :
Papá dijo con alegría has vuelto.
Si hijo dijo su padre mientras le enchufaba el rabo hasta las anginas.
La sensación del culo le venía de la polla de su cuñado escarbando hasta sus entrañas.
Mariconcete no podíamos estar sin ti.- le decía su cuñado susurrándole al oido mientras movía su musculoso cuerpo sobre las nalgas de David.
Estoy esperando dijo una voz y David reconoció el vozarrón y el nabo del albañil..
Pero no tuvo que esperar mucho. El padre de David se encargó de que la polla del obrero fuese tratada como merecía. Luego , haciendo filigranas, se encargaron de encularlo entre David y su cuñado. En la colcha de la cama no cabían más lamparones de semen.
Las siete de la mañana los pilló en la tercera enculada de los tres mayores con el muchacho. Aunque David adoraba la sensación de plenitud que le daba tener el pene de su padre empalándolo, no le hacía ascos al ciruelo bien plantado de su futuro cuñado, que sabía escarbar en su agujero buscando su próstata como si fuese un zahorí buscando agual . ( Se notaba que practicaba en la Marina ). Sin embargo el albañil prefería que fuese David el que lo follase a él, pues se había enviciado al largo y torneado pijo del adolescente en aquella mañana, hacía unas semanas, en el maizal.
Después de dar la siete, el albañil se marchó a su casa y quedaron dormidos los de la familia en un apretado abrazo.Por ambas comisuras de los labios de David caian sendas gotas de cristalino e incestuoso semen.