LOCURA ( 8 )
La Sala de Interrogatorios de la Policía, está que arde. En el pasillo, esperan varias personas su turno para ser llamadas. Destacan por su aspecto, una viejecita vestida con el traje típico leonés, incluyendo zuecos de madera y toda la parafernalia. Da la impresión que, en un recodo del pasillo, te vas a encontrar con una vaca pastando. Junto a la anciana, un niño pelón, con granos de pajillero , mira embobado a todas partes. ( A todas partes en las que ve revolotear unas faldas. ). Sus manos , llenas de sabañones, las lleva hundidas en los bolsillos, allá dentro, calentitas, tocándose los pelendengues. Junto a ellos, un aburrido abogado espera , fumándose un pitillo, pasándose por el forro el cartel de "Prohibido Fumar ". Se abre la puerta de la Sala . Aparece la Rusa, toda escote, mirando con simpatía al muchacho. El chico se endereza, y se le endereza la cosa. Los granos de la frente le supuran por el calor que le ha subido hasta el coco. El abogado , discretamente, le da un pellizco para que se serene. Entran los dos precedidos por la Rusa. Hacen sentar al chaval en una silla. El abogado se sienta en un rincón. El Inspector Ramírez mira directamente a los ojos del testigo ( que no se dá cuenta porque el está mirando los senos de la Rusa, inclinada a su lado para pulsar el botón de la grabadora ).
Ejem. Ejem. ( carraspea Ramírez ).
En ese momento , entra Pedrito disculpándose. Ramírez lo mira duramente a los ojos y , con deseo, a la protuberante bragueta.
Ejem. Ejem. ( sigue carraspeando Ramírez ). De modo, que, el Señor Onán Núñez, aquí presente, nos sale ahora con que él presenció el asesinato del Sr. Canónigo.
Silencio
¿ No es cierto, señor Núñez ¿.
Silencio
¡ Este niño es tonto ¡ ¡ Que te digo a ti, cara de paella ¡.
¿ A mí, señor ¿ - titubea el infeliz - ¡ Cómo decía Señor Núñez ¡.
¡ Pues claro ¡ ¿ Que tú cómo te llamas ¿
¿ Yo ¿ Imbécil. Me llamo imbécil. Todos me llaman imbécil.
Y con razón. ( refunfuña el Inspector ). A ver, cuéntanos lo que viste la noche de autos.
... ¿mande ¿
Qué nos digas lo que viste la noche del 19 de marzo, próximo pasado. Cuando asesinaron al Canónigo. ¡¡ coño ¡!.
¡Ah, bueno ¡. Pues, como usías sabrán, yo soy monaguillo en la Catedral. Estaba con el apagavelas en el altar de San Isidoro ( que está un poco retirado ). Ya no quedaba nadie en todo el templo. El Señor Canónigo estaba en la Sacristía, arreglando no se qué papeles. Yo, oí un ruidito, como de pasos. Me asomé y no vi nada ( ya estaba bastante oscuro ). Más tarde, volví a oir un ruido. Esta vez, como de una puerta al abrirse y cerrarse otra vez. Me acerqué intrigado. Se oían voces dentro de la Sacristía. Por el ojo de la cerradura, que es bastante grande, vi las espaldas de una persona vestida de negro, no muy alta. Hablaba con el Canónigo. Me pareció oir el nombre de Valdemir, o Vladimir, no lo sé. Conforme hablaban, la figura se acercó más al Canónigo, con lo que pude verle bastante bien. Tenía unas buenas tetas, y el pelo como con tirabuzones. De repente, no se como, al agachar el Canónigo la cabeza para abrir un cajón, la mujer supe que era mujer, por las tetas sacó una especie de alfiler y se lo clavó en el cogote. Luego, lo puso sobre la mesa, lo desnudó . ¡¡ y lo despellejó ¡! ( Buhaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!). Lloró el niño un ratito, acunado entre los senos de la Rusa, que le daba golpecitos en la espalda. El, sorbía los mocos y , de cuando en cuando, le daba un lametón a la juntura de los senos policiales.
Sigue ordena Ramirez algo mosqueado.
Entre hipidos, y sin bajarse de las faldas de la Sargento, Onán continúa :
Quise gritar, pero no me salía la voz del cuerpo. Dí media vuelta y me fui corriendo a casa, donde vivo con mi abuela, que está sorda, medio ciega, y le huele el aliento que atufa. Me metí en la cama y me tapé cabeza y todo. Solo me moví de allí dos veces en treinta y seis horas, para ir a mear y comerme un trozo de queso. También me hice unas pajiñas, acordándome de las tetas de la negra.
¿ Negra ¿ ¿ Qué negra ¿ - dicen todos a la vez.
¿ No lo he dicho ¿ - sonríe angelicalmente Onán, limpiándose la moquita con el puño de la camisa La asesina era negra. Estaba muy buena ; pero era negra como la hulla.
***
Ramírez está destrozado. El cabrón del monaguillo le echó por tierra todos sus esquemas. Pero, en fín, veremos, y, en último término, la pista le seguiremos. Con él solamente está la Sargento, pues Pedrito tuvo que salir a unos mandados.
¡ Que pasen los loros ¡.
¿ Cómo dice ¿ - dice la Rusa, que sí sabe lo que dice.
Las dos testigas esas, de la muerta en Alicante.
Entran las Hermanas Cotorrinez ( y no es coña : se apellidan así, lo juro ).
Son dos especimenes del Reino Animal, muy graciosas. Pequeñitas, pechugonas, con unas narices tal que de loros, que dan ganas de echarles cañamones.
Acabamos de volver de un viaje del Inserso- dicen quitándose la palabra la una a la otra. Nos enteramos , ayer mismo, de la muerte de nuestra vecina. Porque, la pobre Marga, era nuestra vecina. Tan simpática, siempre con tantos animalitos de lengua larga. Un poco gorrina si que era. Esta lo sabe. Tenía un gato de lengua rasposa que no salía de su entrepierna. Y como ella no llevaba nunca bragas El caso es que, estando viendo en la tele la "cremá" de las fallas la noche de San José ( el 19 de Marzo, por si no lo saben, ustedes que son de Madrid ).
Lo sabemos, lo sabemos.
Pues , en un momento que pusieron los anuncios, fuimos corriendo a mear. Juntas, como siempre. Nuestro water es doble, así podemos hablar mientras ya me entiende.
La entiendo, la entiendo.
En fín, como le decíamos, fuimos al baño. Al pasar por el ventanal que da a la casa de nuestra vecina, miramos, por casualidad- no tenemos costumbre ¿ sabe ¿
Lo imagino.
Y, vimos llegar un coche, matrícula de Madrid con los faros apagados.
Siga. Siga.
Bajó una figura alta y esbelta. Un hombre, sin duda. Y , digo : sin duda, porque el pobre iba meándose y, en cuanto puso el pie en el suelo, sacó una cosa grande, grande, que parecía una manguera. Y , como una manguera meó. Parecía que no iba a acabar nunca. La suerte, es que había luna llena, y el pito le brillaba una barbaridad. Y aquellos dientes, blancos y fuertes, en mitad de su cara negra.
¡¡¡ ¿¿¿ Negra ¿??!!!.- grita el Inspector cayendo víctima de una lipotimia.
Carletto