CARNE DE PUERTO
Una voz quebrada rompe el silencio del suburbio. Es Malena, puta vieja recorriendo las tabernas, apurando una noche más su cuota de insultos y alcohol.
Sus pies, hinchados como botas de vino , laten doloridos. Restriega un juanete con su mano artrítica. La uña, resquebrajada, se ceba en el eccema supurante. El zapato, tan viejo como ella, hediondo, queda pegado al suelo mugriento, chorreando barro y basura, mierda de perro y vomitona de borracho adheridas a las suelas en aquél callejón. Su callejón. Una noche más sin ganar un peso. Encima de puta, apaleada, humillada por no tener ni un solo cliente. Tararea un tango con voz de beoda. La cabeza- rubio quebradizo el pelo teñido- queda vencida sobre el mostrador. Aún lo espera todo- pobre fantasiosa- recibiendo nada, salvo locos pálpitos de su corazón.
" El, llegó en un barco ¡ hace tantos años ! ", solloza la vieja mordiendo carmín. Cuelgan por su escote los senos marchitos. Ofrece su carne , florece la pena, agita su lengua en propuesta vil : ¿Venís papito ? le dice a un borracho. Y el otro se crece mirándola allí.
¡Salí, vieja puta! ¿ Te viste al espejo ?.
¡ Andá a la puta que te parió !- dice arrabalera. Y su rostro orgulloso oculta unos segundos la sombra que la inunda, alumbrado con los fogonazos de rabia que la consumen, embelleciéndola durante un instante sublime hasta que agacha la cabeza y sale a la calle musitando maldiciones.
Risas que flagelan su alma dolida. Lluvia que la empapa , charcos que la hielan, vientos que traspasan su liviano atuendo. Y llora, cansina, a pie de farola, masticando tangos con su voz quebrada, arrastrando flecos del mantón astroso.
***
Llegada de otros lugares, nadie supo que día amaneció por allí. Solamente se oyó un dulce trino , y la calle en ella se volcó. Un padre y una madre tuvo entonces. Con su voz a todos se ganó. Sus labios sonreían a la vida, su garganta ensalzaba al amor. Su manos volaban cual palomas, palomas palpitantes de ilusión.
Campanas de plata en su voz tan fresca y el oro que daba, su "padre" cobró. De todo aquello quedó como recuerdo , comido de polillas, un mantón. Y muy poco a poco, la niña bonita, ya no tuvo padres, ni oro, ni voz.
La alondra que anidaba en su garganta, una noche de incesto allí murió. Quedó sola ( ¡y tan sola! ), la Malena, envolviendo su cuerpo en el mantón.
Recuerda su infancia, y su voz de alondra, perdida una y otra en vahos de alcohol. Chulos y rufianes fueron sus amores. Marinos de paso que nunca más vio.
Sus pechos de niña fueron ofrecidos, su sexo vendido al mejor postor. Y su voz de plata, fue tomando, lenta, ese tono oscuro que da el callejón.
Cuerpos que le amargan en la sal del recuerdo , brazos tatuados con nombres de mujer. Siempre , siempre, siempre, otro nombre de mujer.
Era hermoso y rubio, como la cerveza. Sus besos sabían a leche y a miel. Arrimó su verga a la puta joven. Ella, medio loca - de amor - se volvió. En sus ojos verdes, había la tristeza, doliente y cansada, del bandoneón.
Lo encontró en el puerto, cuando aún era bella, bajo la luz plateada del anochecer. Bebieron y amaron, sus cuerpos ansiosos , sudando la tela del viejo colchón. Olvidó su oficio , olvidó su vida, bebiendo aguardiente de la boca de él. Dieron alaridos de gozo supremo, lamieron sus pieles de sal y de miel.
Malena fue pura cual nunca había sido. Borró su pecado el amor por él. Quiso ser decente, sentirse señora : ¡ Ella, la Malena, que nunca fue fiel !.
Pasaba orgullosa por mitad del barrio, tomada del brazo del marino aquél. Campanas de boda , risas infantiles, bordados de novia tendría por fin. Pegó bofetones a antiguos clientes, levantó la frente en muda señal : ahora era otra, ella no era puta, ya punto y aparte ¡ déjenme vivir!. Corría y corría, a sus brazos fuertes, a su verga inmensa, a lo que era él. Bebió de sus besos, libó de sus labios, su amor le sabía a leche y a miel
Hasta que una noche, hablando entre dientes, el marino rubio le clavo el puñal : le habló de su esposa, allende los mares, de sus tres chiquillos ( y aquí sollozó ). Con voz amarga de tristeza, cada vez con más dolor, entre copa y copa de aguardiente, desgranó- como un rosario- la vieja historia de su amor.
***
Blanqueaban las velas a lo lejos. El azul del horizonte las cubrió. Con las lágrimas salando sus mejillas, apoyada en su esquina reencontrada, el resto de su vida naufragó.
- ¡Adiós , amor mentiroso. Adiós , marino cruel. Adiós, amor de mi vida. Adiós, mi leche con hiel !.
Y el corazón de la loba, sangró de mostrador en mostrador, con sus labios- antaño sonrientes - resecos, ya , resabiados de rencor. Sus ojos oscuros se fundieron, no tuvo más su brillo de farol. Sus manos, palomas friolentas, buscaron el cobijo del mantón.
Puta vieja, desdicha desdentada. Puta vieja, odre empapado con alcohol. Puta vieja, cadáver ambulante. Puta vieja , basura en callejón.
¿Quién recuerda a la niña que a la alondra, hacía sufrir humillación, cantando voz de plata en las esquinas y poniendo en cada verso el corazón?
Carletto.