TOMATINA
Último miércoles de Agosto. Cielo azul, brisa cálida , silencio de calma chicha sobre el mar de cabezas juveniles
Alguien dio una señal. Ha debido ser un signo cabalístico solamente reconocible para los iniciados, puesto que de improviso una ola enorme, roja como la sangre, formada por gotas tan gruesas como el mayor de los granizos, rebota, cae, se aplasta, revienta contra las cabezas, los rostros, los brazos, los torsos En unos segundos tan solo , todo ha cambiado. La calle ya no es calle : es lago, es mar, es océano formado por cuerpos semidesnudos, totalmente cubiertos de pies a cabeza por el jugo ácido, sangriento, dulce y delicioso de los tomates maduros : ha comenzado LA TOMATINA.
Minutos que parecen horas. Cuerpos harapientos , brillantes, sensuales. Carne rebozada, palpitante, deseosa y deseable, que se une y se separa, se toca, se amasa, se succiona, se lame, se disfruta, se vive
Pechos que emergen blanquísimos bajo camisetas rasgadas, totalmente enrojecidas por la pulpa de tomate. Vergas que se frotan sin querer queriendo, deliciosamente enervadas por el líquido purpúreo que las transparenta bajo los livianos shorts. Vulvas apenas cubiertas por astrosos bikinis. Ingentes cantidades de tomate madurísimo , que cae en catarata, que llega y que va, que se recibe y se despide.
Maravillosa batalla incruenta. Balas que no hieren, a pesar de las apariencias. Espectáculo lúdico y sensual, desahogo de libido , de energías sobrantes, de pensamientos impuros que se materializan ante ti.
Un año más. Aquí mismo. Ahí al lado. En Buñol, a pocos kilómetros de Valencia, en España, Europa, Mundo Mundial.
Existen tradiciones que no deben perderse.
Lástima que no he estado nunca allí.
Carletto.