LOS CORTOS DE CARLETTO : Roces
¡Señor, Señor!. ¡ Lo que tiene que aguantar una pobre mujer, sola en el autobús!.
Aquí me tienes, volviendo de la playa, con la piel ardiendo y aguantando a toda esta gente, que se apretuja como corderos en un camión. He tenido que pasar las de Caín, antes de poder sentarme. No menos de seis tiparracos me han palpado por todas partes, desde la Ceca hasta la Meca, antes de poder sentarme en este rincón. Encima, al no ponerme la parte superior del bikini, se me transparentan las tetas bajo la camiseta blanca. Porque ya no había otro color, en toda la tienda, más que el blanco. Se lo dije a mi hija, pero que si quieres arroz Catalina : no querías caldo, pues , toma, taza y media. Me compró la camiseta blanca y bien escotada. Como que casi se me salen las domingas por los lados. Encima, como me la trajo ayer a última hora, no pude descambiarla. Y , aquí me tienes, en el autobús, medio desnuda y , encima, sola. Y, mi marido, al taller con el coche.
Menudos esperpentos viajan en este autobús. Ese, seguro, seguro, es un viejo verde. Aquél, debe ser un casado reciente; pero ¡ menudo sobeteo me ha dado en el pompis, al pasar junto a él!. Aquél de allá, creo que es de la acera de enfrente : ni me ha mirado a mí ; pero se come con los ojos el paquete del recién casado . Estos chavales del fondo, están de rechupete. Pero, ¡ quita, quita!. ¡¡ Si podrían ser mis hijos y casi mis nietos!!.
Pues, me parece que han sido ellos los que me han metido mano al potorro. Durante unos instantes,al pasar por el medio de ellos, me he sentido como emparedada, como apuntalada con un hierro delante y otro detrás. Porque, una , tiene su edad; pero aún levanta pasiones.
Ya estamos en otra parada. Bajan unos cuantos, y suben el doble. Hasta un negrito de esos, que venden relojes y chuminadas en la playa. ¡ Vaya! ¡ Parece que viene hacia aquí ¡. Nada, nada. ¡ Aquí lo tengo !. Se me ha colocado al lado, casi rozándome. Como estoy sentada, su paquete me llega , justo, justo, al hombro. Lo he mirado con cara de pocos amigos. Pero me ha sonreido con su carita de angel negro y me ha desarmado. Le he devuelto la sonrisa. ¡ Es guapísimo !. ¡ Si yo creía que los negros no podían ser guapos!.¡ Como siempre los sacan en la tele , con la cara llena de moscas, o matándose entre ellos !. Pues no. Este es más guapo que un sol. Y con el pelo formando tirabuzones, muy apretaditos. ¡ Y como se aprieta el puñetero, contra mi hombro!.
Le voy ha tener que decir algo. Esto está pasando de castaño oscuro. ¡ si le estoy notando todo el rabo, dale que te pego, roza que te roza!. ¡ Me está poniendo negra , a mí!. Cuando se lo cuente a mis amigas , no se lo van a creer.
Me está haciendo chichinas la piel del hombro. Pero ¡ qué maravilla de polla!. No sé lo que le medirá, pero , por supuesto, más que a mi marido.
Me está recordando a aquel gato que tuvimos. Como se restregaba contra mí, siempre que podía. Pues este negrito igual. ¡ Si me está poniendo cachonda a mí!. No me atrevo a mirarlo, porque, seguro, me pondré como una amapola. Las bragas del bikini las llevo a remojo.
Si me atreviese, le pegaba un tiento con la mano. Pero, no , no me atrevo. Ahora, que si vuelvo la cabeza, como si quisiera mirar hacia el lado
¡¡Hummmm!!. ¡ Me la ha puesto en todos los morros!. He notado su calor en mis labios, a través de su pantalón. No debe llevar calzoncillos, porque le he notado hasta la punta de la bellota.
Ahora se ha sentado el recién casado frente a mí. Se está dando cuenta de todo ¡ qué vergüenza!. Pero, estoy tan caliente que no puedo apartarme. El casadito tampoco está mal. Algo escuchimizado, pero parece que gasta buen número de verga. Y de pie, porque se ha descalzado ( debe sufrir de los juanetes ). Pero.. ¿ qué hace este chico con el pinrel?. Lo ha subido, como si tal cosa, y lo ha metido entre mis piernas. Mira, trago porque no quiero armar un escándalo. Que una es una señora. Pero, que no se crea que voy a abrir los muslos. Porque , eso, si que no.
Bueno, los abriré un poquito. Me mira con esa carita de corderito degollado. Y el negro, dale que te dale, contra mi hombro. Y ya noto el pulgar del otro rascando en mis bragas. Vamos, ¡ que ya solo faltarían los dos mozalbetes para completar el grupo!. ¡ Ay, Dios mío!. ¿ Qué se me oirá el pensamiento?. ¡ Que ya me tienen rodeada!.
Uno de ellos, detrás de mí, me ha colocado el paquete en la nuca, y me da cada empujón que parezco uno de esos perritos que ponen en la parte de atrás de los coches. El del pie, debe haberme agujereado la braga, porque noto medio pulgar dentro de la almeja. El negrito, si no se ha corrido ya, estará apuntito. Bueno, pues le haré una paja al otro chico, ahora que no mira nadie.
¡ Creo que voy a tomar con más frecuencia el autobús!.
Carletto.